La tribu pierde un miembro. Cuando te quitaste el suéter. O por desperezarte. O acomodándote el pelo. O por dejarlos en la repisa de cualquier rinconcito sospechoso a la promesa de "Me los quito un ratito y ahora me los vuelvo a poner". Chau, se fue de tu colección el par de ese aro, arete o pendiente.
¿Dónde está Wally? Quizás frotaste el lóbulo de tu oreja entre el índice y el pulgar o admiraste tu reflejo en alguna vidriera, confiando en que estaría allí y no. Primer acto: búsqueda impaciente en el suelo... No está. Segundo acto: rastrillaje desesperado en zonas clave (pelo-cuello-mangas). Negativo, sin rastros. Tercer acto (adiós, vergüenza, adiós): revolvés tu escote en dirección norte-sur-este-oeste... Desapareció.
La negación. Al principio, una no lo acepta y repite el ritual de los 3 actos sin éxito y hasta el cansancio. Después sigue la recapitulación mental desde la última vez que lo viste al momento presente, y cada recuerdo se vuelve un puñal [ouch] intermitente [ouch-ouch] que se clava [ouch-ouch-ouch] en tu pequeño corazoncito fashionista [snif].